sábado, 23 de junio de 2012

Ácido

Añoro el insípido sabor del agua. Mis papilas gustativas son, desde hace algunos años, mi mayor enemigo. Cada día trato de encontrar una solución a este desagradable sabor que acompaña a todo lo que pasa por mi paladar. El equipo médico del hospital general no encuentra ninguna patología en mi aparato gustativo. Puedo beber ron, colutorio o aceite de ricino y no logro diferenciar uno del otro. Ni los besos me saben a besos y empiezo a cogerles asco. Todo, absolutamente todo, me sabe ácido. Sólo cuando cubro mi cara con las manos y lloro, puedo percibir el sabor salado de mis lágrimas, esas que ya no saldrán por sus ojos, porque más abajo de las lápidas, los ojos se los comen los gusanos.

2 comentarios:

  1. Un relato caustico y corrosivo, pero muy bien escrito.

    Besos desde el aire

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  2. Muy buen relato, siempre es un gusto el pasar a visitarles, saludos estelares desde mi querida Guatemala

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