miércoles, 16 de noviembre de 2011

Generalfeldmarschall

Erwin, de puertas para adentro, no era la bestia inhumana que podía parecer. Cuando le comunicaron su ascenso a mariscal de campo, tan sólo esbozó una leve sonrisa, pues para él lo importante no eran los galones sino dar a conocer al mundo la superioridad del imperio ario. Su madre le enseñó que la suciedad se limpiaba con jabón. Durante las batallas de limpieza racial siempre percibía el sabor alcalino del hidróxido de sodio del jabón de tocador con el que su madre le frotaba la lengua cuando decía palabras impropias de su estirpe. Siempre era mejor lamer la perfumada y grasa pastilla que recibir los latigazos secos de su progenitor, que armado con su cinturón de cuero y la hebilla de plata con el águila federal, le partió literalmente las costillas en dos ocasiones. Tal vez por eso siempre hablaba de imperializar y de grabar a fuego el emblema del Sacro Imperio Romano Germánico, para que todos lo recordaran más allá de este mundo. Y es que también sabía que el dolor tiene propiedades increíblemente buenas sobre la memoria. Cuando cerraba la puerta tras de sí, se quitaba las botas, colgaba el uniforme y se dirigía en ropa interior al comedor, en el que le esperaba una cena siempre exquisita sobre la mesa. Nunca, nunca, se lavaba las manos antes de cenar; él ya estaba lo suficientemente limpio.

12 comentarios:

  1. Seguro que la hierba mala no crece en forma espontánea. En ese sentido, la que crece en el corazón humano ha debido ser convenientemente regada y abonada.

    Un abrazo.

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  2. Wow, me encanta. Lo he leído en voz alta, y es que tiene una narrativa completamente embriagadora, a pesar de la dureza propia de la historia, está escrita con mucha inteligencia.
    Por la sensibilidad que se aprecia, y que voy intuyendo en sus últimas entradas, diría sin dudarlo que es tuyo, Sucede, porque, aunque le falte sangre (sello infatigable en tus escritos)está presente el dolor, narrado de manera muy acertada.

    Vaya que sí, que me ha gustado, carallo, je.

    Tres enormes abrazos, para tres divinos.

    Hum Sucede El hombre.

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  3. Este tío es terrorífico y, desgraciadamente, podría ser perfectamente real. ¿lo ha sido?

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  4. está narrado de una manera tan fría que se hace duro, muy duro...

    Muy bueno

    Besitos

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  5. Enorme, sensible, ascertado, terrible, piadoso,

    Me encantó este cuento, es un culto a la relatividad del universo; es el meollo de la narración, simplemente contar una historia, contarla,

    Hechos que se suceden y una fina, genial, inteligencia que sabe cultivar el espacio para las cejas levantadas del inerme lector, que poco a poco va agradeciendo-comprendiendo como le han hablado de un lugar lleno de huellas, sin caer en ningún lugar común.

    Un fuerte abrazo a los tres, gracias.

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  6. Llegara el momento en que Erwin tendra que lavarse la conciencia, y ni con todo el jabon del mundo lo conseguirá -las manchas de sangre nunca desaparecen.

    Saludos a los tres :)

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  7. Bueno, éste es otro jabón, que de perfumado no tiene nada. Es un relato que a pesar de juzgar excelente, me incomoda enormemente.
    Como la canción de Serrat: Entre esos tipos y yo hay algo personal.
    Superioridad, limpieza racial, partir las costillas, dolor, memoria, (¿tortura?), botas, uniforme, jabón, mejor ni hablar.
    Es como contar lo más terrible desde la mirada insensible de un perturbado Erwin que hasta pretende ser humano.
    Muy bueno!!

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  8. Muy buen final!!!

    Te felicito por la forma de llevar un texto, realmente te lo digo me ha gustado mucho.

    Te visito desde

    http://desdoblamientointelectual.blogspot.com/

    Suerte!!

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  9. Brrrr.... qué ser terrorífico, se me heló la sangre, y pensar que existió e hizo tanto daño...

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