Después de tanto buscar, por fin había encontrado la
mujer que sus afanes estéticos habían prefigurado: no tenía celulitis ni michelines
en la cintura, su voz sonaba profunda y aterciopelada, su mirada era penetrante y
sincera. Sólo un detalle le incomodaba: ambos usaban la misma marca de crema de afeitar.
Y digo yo: se acostumbrará a ello el esteta???
ResponderEliminarTodo es cuestión de hacerse a ello.
Hoy día se llegan a ver aguerridos comandantes de artillería con tetas. Cada quien su preferencia, pero a mi ver , no hay como la mujer de nacimiento, dotada por la naturaleza misma y no por el cirujano; y respeto la diversidad pero sigo de esteta a la usanza clásica.
ResponderEliminarUn micro con un final impactante.
ResponderEliminarMe ha gustado.
Un abrazo.
Ja, ja!!! Sobre gustos no hay nada escrito, algo habrá que resignar. ¡Muy bueno, me encantaron las sutilezas para decir la masculinidad del personaje! Besos
ResponderEliminarAna
No hay tal problema, hay más opciones en el mercado. De cremas de afeitar, por supuesto.
ResponderEliminarMe gustó mucho este relato y los otros que leí, que por supuesto me llevaron a sus blog personales, siendo traída a este sitio porque leo a Humberto Dib. En realidad me gusta la idea del blog, el proyecto de escribir juntos, cada uno desde su piel, pero completado con el otro. Con una amiga fotógrafa estamos intentando un diálogo entre fotografía y poesía en un espacio recién nacido, dejo el link por si alguien quiere darse una vuelta
ResponderEliminarsaludos!
http://viajantesidayvuelta.blogspot.com.ar/